Gualeguaychú volvió a la ruta


A 60 días de levantamiento del corte y ante la constatación de que ambos gobiernos no habían cumplido nada de lo reclamado en materia de control ambiental de Botnia, los asambleístas volvieron a la ruta 136. Se sigue incumpliendo la aplicación del Código Aduanero, no hay control de los camiones que transitan por la ruta 14 ni de los buques que navegan por el Río Uruguay desde y hacia el puerto privado de Botnia-UPM; tampoco se cumplió con el reclamo para que se realice la difusión masiva de todas las pruebas presentadas ante La Haya, que demuestran la contaminación de Botnia. Los monitoreos (doce anuales) se han transformado en una burla y en una forma elegante de darle largas al tema ambiental, encubriendo el propósito fundamental que es el análisis continuado de la inmensa producción de Botnia.

El gobierno argentino ha lanzado una campaña feroz contra los asambleistas: sigue adelante con las causas penales contra sus principales dirigentes para atemorizarlos y desmovilizarlos. La oposición patronal ya ni siquiera coquetea con el corte, Clarín y La Nación dedican más espacios a la división de la asamblea que al análisis de los argumentos esgrimidos por ella.
En los últimos dos meses, además, ha habido un gran incremento de la entrega de madera e implementos a Botnia tanto por el puerto como por la ruta, lo que evidentemente ha incrementado las posibilidades de producción. Por lo tanto, se ha acentuado una contaminación que llegará, como sucede con todas las papeleras grandes del mundo, después de un período de tiempo, por saturación. Por ahora, no se hace entrega de madera argentina a la pastera vía Gualeguaychú, pero tiene importantes dimensiones la que se hace por Paysandú-Colón y la de las barcazas desde Corrientes al puerto de Botnia. La entrega de madera desde la Argentina “nivela” para la multinacional el equilibrio entre el desmonte y nuevos plantíos de eucaliptos en el Uruguay, que fue alterado por el largo corte de la asamblea.
La creación de apuro de más de 60 aserraderos en la zona norte de  Uruguay fue una respuesta para cubrir la enorme voracidad de la producción. Los mismos, en su gran mayoría, tienen condiciones muy precarias de seguridad de sus trabajadores, bajo la mirada permisiva del gobierno de Mujica. Los también “despreciados” ambientalistas uruguayos denuncian que los trabajadores forestales en su gran mayoría son contratados por empresas tercerizadas, que utilizan los principales proveedores de maderas, con un sistema negrero de una semana y hasta diez días continuos de trabajo en los establecimientos.
El reclamo y todas las acciones de la Asamblea tienen una enorme vigencia. Mujica y los Kirchner están encapsulando el conflicto. Los reclamos sobre el control de ida y vuelta de materiales de Botnia y para Botnia son un golpe a la pastera. Los monitoreos directos a la planta también. El reclamo de un control básico de salud y de seguimiento a toda la población de mayor riesgo y exposición a la contaminación directa de Botnia-UPM –como el personal de Aduana, Caru y vecinos de la región costera del Potrero, vecinos y alumnos de costa Uruguay sur y aquellos que padecen afecciones respiratorias– es enteramente justo.
Reivindicamos la reanudación de las medidas de la asamblea. Proponemos que la asamblea llame a un encuentro nacional de organizaciones sociales y políticas para discutir un plan de lucha hasta el cumplimiento de los puntos reclamados, los que deben tener como centro el acceso al monitoreo directo de la producción de la multinacional.

Juan Ferro